El deporte, en muchísimas ocasiones, va de la mano de la solidaridad y, en este caso, personalmente creo que va un paso más allá.
Jose Antonio Nieto Peña, deportista amante de la naturaleza y solidario como pocos, se comprometió en su día a realizar una ruta de 5500 km que le llevaría por toda la península y en ello está, cerca de sobrepasar los 3000 km.
Existen muchos retos de este tipo y mucha gente solidaria, afortunadamente. Algunos deportistas regalan su tiempo para tratar de ayudar, de llegar donde no llegan las administraciones públicas, dando visibilidad, sensibilizando e intentando recaudar fondos destinados a asociaciones para mejorar la vida de muchas personas.
Este es el caso de PROYECTO POR UNA SONRISA, asociación afincada en el Campo de Gibraltar, concretamente en Palmones, que dedica todo su esfuerzo y medios a los niños y jóvenes pacientes oncológicos y sus familias. La finalidad es mejorar sus vidas, asesorándolos y acompañándolos en ese trance tan duro, intentando, mediante diferentes actividades, en la medida de lo posible, evadir su día a día de idas y venidas a hospitales para pruebas y tratamientos… Eva es su presidenta y, junto a los voluntarios, realiza actividades diversas durante el año. A destacar la SEMANA MÁGICA, donde durante una semana los niños disfrutan de todo tipo de actividades junto a sus padres.
También un torneo ONCOFÚTBOL, en el que los pequeños realizan actividades deportivas que de otro modo serían impensables.
La CARRERA SOLIDARIA DE PALMONES sería otra de sus actividades: una vez al año se celebra una carrera popular, versión marchadores y dorsal 0 para aquellos que no puedan participar físicamente pero sí colaborar con la inscripción.
Para conocer a fondo este reto en concreto, he realizado dos etapas de unos 35 km cada una, acompañando a Nieto, viviendo su día a día: levantarse generalmente sobre la una para iniciar etapa sobre las dos de la madrugada (hay que pensar que arrancó el 29 de junio y estamos a 1 de septiembre, de ahí su horario, evitando las horas de más calor). Sus etapas, dependiendo de la distancia (una media de 45 km), suponen alrededor de 9/10 horas caminando; a esto le sumamos el tiempo que dedica cuando ayuntamientos lo reciben o para cualquier entrevista, el tiempo personal de aseo, la redacción diaria de la crónica de la etapa… Como veréis, eso le ocupa muchas horas al día y, para continuar, necesita descansar; por tanto, no le queda tiempo “libre”, y así durante 133 jornadas, que es lo que consta este reto.
Decir también que carga con una mochila de 12 kg y la espalda lo sufre, como también lo sufren sus pies tras tantos kilómetros, o las rozaduras por el sudor en muchas partes de su cuerpo.
Todo eso es físico y recuperable, pero lo preocupante es la cabeza: hay que estar continuamente luchando con ella y, cuando le metes sesiones de días y días caminando en soledad, con frío, con calor, con viento, con tráfico, con oscuridad… Todo eso no se ve, pero se sufre. La soledad es el talón de Aquiles de cualquier reto de esta índole; no es lo mismo hacerlo acompañado, ni de lejos…
Por todo ello, porque lo he vivido, para mí éste no es un reto más, es EL RETO.
Fco. Javier Mendo